Videojuego enseña balance, reduce síntomas en adolescentes autistas

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Brittany Travers con un participante durante una sección de entrenamiento para un videojuego que ayuda a mejorar el balance en jóvenes autistas. Andy Manis

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Por: Charlene N. Rivera Bonet, Escritora Científica, Waisman Center

Si bien el entrenamiento de balance puede no parecer divertido para la mayoría de los adolescentes, los videojuegos generalmente sí lo son. Y para los adolescentes con trastorno del espectro autista, los videojuegos que mejoran su balance enseñándoles poses de yoga y tai chi también mejoran su postura, reducen la gravedad de sus síntomas de autismo e influyen en la estructura de sus cerebros.

Esos fueron los hallazgos de un estudio publicado en la revista Brain Communications por investigadores del Waisman Center Universidad de Wisconsin-Madison, en el que adolescentes autistas de 13 a 17 años usaron tablas de balance de Nintendo Wii para imitar posturas de tai chi y yoga en un juego proyectado en una pantalla.

Olivia Surgent
Olivia Surgent

“A muchos adolescentes les encantan los videojuegos, ¿verdad? Y se han realizado investigaciones en jóvenes autistas para demostrar que a veces hay incluso más interés en los videojuegos”, dice la estudiante graduada Olivia Surgent, primera autora del estudio. “Puede que tradicionalmente no sea súper divertido para un adolescente hacer algo de tai chi, pero podría ser bueno para ellos. Entonces, lo estamos enmascarando”.

Para las personas autistas, el control del balance parece estancarse en la adolescencia temprana, antes que sus pares no autistas, lo que puede conducir a dificultades con la postura y el balance. Las dificultades con el control motor, dice Brittany Travers, profesora de terapia ocupacional e investigadora del Waisman Center, son altamente predictivas de síntomas de autismo más severos y una peor ejecución de las habilidades de la vida diaria.

No está del todo claro por qué sucede esto, pero Travers está decidida a averiguarlo. “Estoy realmente interesada en tratar de entender mejor si hay algún tipo de tercera variable que explique la relación que cada (estudio) siguió encontrando en términos de características motoras y características centrales del autismo”, dice.

Brittany G. Travers, PhD
Brittany G. Travers, PhD

En el estudio reciente, se animó a los adolescentes con y sin autismo a mantener posturas de yoga y tai chi en la tabla de balance en el laboratorio durante el mayor tiempo posible. Una imagen, desvanecida en la pantalla blanca, se volvía cada vez más brillante cuanto más tiempo mantuvieran una pose correcta, brindándoles retroalimentación instantánea de su desempeño. A la mitad de la sesión de entrenamiento, los participantes pudieron jugar otros videojuegos divertidos. Practicaron durante una hora tres veces a la semana durante seis semanas.

Al final del entrenamiento, los participantes aumentaron el tiempo que podían mantener una pose por un promedio de 36 segundos. “Si pensamos en lo que se necesita para prepararse, si está comenzando a resbalar en el hielo o a meterse en una bañera, esos 36 segundos adicionales podrían ser algo que evite que se caiga”, dice Travers.

Fuera de la tabla de balance, los adolescentes también mostraron una mejora en balance postural, o su capacidad para mantener la postura, lo que indica que los beneficios del entrenamiento se extendieron fuera del contexto de los videojuegos. Los jóvenes autistas suelen mostrar menos estabilidad en su postura que los jóvenes sin autismo.

Los adolescentes autistas que realizaron el entrenamiento de balance también informaron una disminución significativa en la gravedad de los síntomas de autismo en áreas de comunicación social, comportamiento repetitivo e intereses restringidos – gran interés en temas u objetos específicos. Sus síntomas, según informaron sus cuidadores, pasaron de severos a moderados. Es importante destacar, dicen los investigadores, que el objetivo del entrenamiento no era intentar eliminar los rasgos autistas, sino comprender mejor la conexión entre las funciones motoras y los síntomas centrales del autismo.

“La gravedad de los síntomas del autismo en sí puede ser una medida que, si bien es interesante para la comunidad de investigadores, puede no ser tan significativa para la comunidad autista”, dice Travers, ya que, para los adolescentes con autismo, algunos síntomas como los movimientos repetitivos pueden ayudarlos a sentirse mejor.

Los adolescentes que participaron en el entrenamiento de balance no demostraron mejoras en sus habilidades de la vida diaria, como ducharse, preparar alimentos básicos y cruzar la calle de manera segura, a pesar de que estudios anteriores vincularon el control motor y las mejoras en estas habilidades. Travers cree que podría tomar más tiempo antes de que las habilidades de la vida diaria comiencen a mejorar.

Por otra parte, los adolescentes asignados aleatoriamente a grupos control que jugaban videojuegos sedentarios no mostraron una mejora significativa en el control motor o la gravedad de los síntomas.

Travers también estaba interesada en comprender si el entrenamiento de balance cambiaría características clave del cerebro, especialmente tractos de materia blanca (fibras que conectan y envían señales a través de diferentes regiones del cerebro) y si estos cambios estarían relacionados con mejoras en los síntomas del autismo.

Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética (MIR en inglés) para obtener imágenes del cerebro de los adolescentes antes y después del entrenamiento de seis semanas. Para su sorpresa, el entrenamiento de balance no produjo cambios en el tracto corticoespinal, que conecta las regiones sensoriales y motoras del cerebro con la médula espinal. Sin embargo, observaron cambios en los tractos de materia blanca involucrados tanto en la capacidad motora como en los síntomas del autismo, incluyendo el pedúnculo superior del cerebelo (SPC en inglés).

Travers brain image
Con una técnica llamada imágenes por tensión de difusión, Travers y su laboratorio pueden medir los tractos de materia blanca en el cerebro e identificar cambios en esta región del cerebro que pueden deberse al entrenamiento de balance. Olivia Surgent

“El SCP es un tracto particularmente interesante porque envía mucha información desde el cerebelo a la corteza y el cerebelo es realmente importante para la retroalimentación motora y la regulación del comportamiento motor en diferentes contextos”, explica Surgent. Se necesitan más estudios para comprender cómo los comportamientos motores regulados por regiones conectadas a esta estructura pueden estar relacionados con la gravedad del autismo.

En adición, los cambios en la estructura cerebral después del entrenamiento de balance fueron diferentes entre los adolescentes con y sin autismo. Travers cree que esto puede deberse a las diferencias en las experiencias sensoriales y los resultados motores que experimentan los jóvenes autistas en relación con sus compañeros no autistas.

“Es muy probable que nuestros cerebros se adapten (de manera diferente) a esas experiencias, porque eso es lo que hacen nuestros asombrosos cerebros”, dice Travers, quien espera continuar esclareciendo estas diferencias a lo largo de su carrera.

También espera identificar resultados del entrenamiento de balance que sean significativos para los adolescentes autistas y estudiar más a fondo cómo usar los videojuegos para ayudar con el control motor y contribuir a su calidad de vida.

Todos los participantes del estudio mostraron un apoyo abrumador a los videojuegos e informaron que disfrutaron de la experiencia. Y todos aprendieron los videojuegos al mismo ritmo, tuvieran o no autismo, e independientemente del coeficiente intelectual. Para Travers, esto fue un gran éxito.

“Estamos viendo que este mundo de los videojuegos podría ser un lugar donde las personas autistas pueden sobresalir, y donde estas diferencias cognitivas que estamos midiendo en una prueba de coeficiente intelectual simplemente no parecen aplicarse”, dice.

Nota: Brittany Travers y su laboratorio utilizan lenguaje “primero la identidad” basado en la preferencia expresada por la mayoría de los adultos autistas.

Este estudio fue financiado por el Premio al Investigador Joven NARSAD de la Fundación de Investigación del Cerebro y el Comportamiento, el Premio Individuo Biomédico de la Fundación Hartwell, la Fundación de Tecnología WiSys del Sistema de la Universidad de Wisconsin, la Beca de la Facultad Carla y Mike Austin y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver.